Desde la década de los 80, China ha recibido del extranjero cientos de millones de toneladas de papel, plástico, desechos electrónicos y chatarra para tratar en sus plantas de reciclaje.
Pero el año pasado Pekín comenzó a restringir las importaciones de residuos, lo que puso de manifiesto las carencias de las que aún adolecen los circuitos de reciclaje en Occidente, incapaces de asumir todos estos materiales que China ya no quiere, en gran parte por la escasa calidad de los mismos.
Ahora, el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno chino ha dicho que el objetivo del país es reducir a cero las importaciones de residuos sólidos para el próximo año, como parte de sus intentos por reducir la contaminación y alentar a los recicladores locales a tratar los grandes volúmenes de basura generada en su propio territorio.
Los países occidentales, principales exportadores de residuos al gigante asiático hasta ahora, deberían convertir esta aparente contrariedad en una fortaleza, impulsando de forma decidida una potente industria del reciclaje y el aprovechamiento de recursos, en lugar de limitarse a buscar otro país dispuesto a aceptar nuestra basura.
Fuente: Reuters