ENTREVISTAMOS A… ELOÍSA BERNÁLDEZ SÁNCHEZ, PALEOBIÓLOGA
En esta ocasión hemos querido buscar una mirada muy diferente a la que estamos acostumbrados a tener sobre los residuos, a través de la mirada de Eloísa Bernáldez Sánchez.
Eloísa es doctora en Biología por la Universidad de Sevilla y posee la suficiencia investigadora en Historia por esta misma Universidad. Llevó a cabo su tesis doctoral en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Estación Biológica de Doñana y Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid), así como en distintos centros de investigación nacionales e internacionales, como Sminthsonian Institution de Washington, Estados Unidos (EE.UU.), el Natural History Museum de Londres, Reino Unido, el Experimental Sciencies Institution of Cravóv, de la Academia Polaca de las Ciencias, Polonia, la University of Athens, en Georgia (EE.UU.), y la University of Gainsville, Florida (EE.UU.).
Actualmente es Responsable técnica del Laboratorio de Paleontología y Paleobiología del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) de la Junta de Andalucía, donde lleva 23 años realizando trabajos de investigación, musealización, normalización y difusión del patrimonio arqueológico orgánico (Paleobiología y Arqueozoología).
¿A qué se dedica una “paleobasuróloga”?
En realidad, la denominación formal es de paleobióloga, es una guasa decir paleobasuróloga. Este término surge porque estudiamos los restos de la alimentación de nuestros antepasados y en pocas ocasiones esos huesos y conchas suelen ser ofrendas.
¿De dónde viene esta vocación?
No es una vocación lo de ser paleobióloga, la vocación es de investigadora y llegué a este tipo de investigación porque entre ser neurobióloga, bioquímica y bióloga me pareció que esta última me ofrecería más oportunidades. Al final, llegué a la paleobiología por mi afición a los fósiles marinos de tiburones y ballenas, pero un encuentro con los arqueólogos hizo virar mi vocación hacia un pasado más reciente (estudiamos los depósitos de los yacimientos arqueológicos del Holoceno, es decir, los últimos 10,000 años de la existencia de los humanos y del invento de la domesticación) que me hiciera entender cómo hemos llegado a ser lo que somos, unos seres que domestican la naturaleza y que acaban siendo los domesticados.
¿Se observan diferencias en la concepción de “residuo” a lo largo de la historia? Es decir, ¿ha variado lo que teníamos la intención u obligación de desechar, según los distintos momentos históricos?
Los paleobasureros son producto de lo que ya no podemos reciclar, son chivatos de cómo vivieron las comunidades de humanos en el pasado, tanto como lo es ahora, pero la diferencia es el material que estamos dejando, unos dejaron como testigos de sus actividades huesos, cerámica, conchas, y los de ahora dejamos plásticos, neumáticos, envases de refrescos, toallitas… Ambos materiales, el orgánico y el químico que finalmente es naturaleza transformada, perduran durante miles de años, pero la aportación química al suelo y a los mares que hacemos ahora es la gran diferencia por el efecto contaminante permanente que produce en esta naturaleza.
¿En qué momento la basura empieza a verse como un problema, ya sea sanitario o ambiental?
Desde el primer momento en el que estorba, eso ocurre cuando las poblaciones crecen y se agrupan en ciudades formando grandes comunidades y perdiendo la memoria de la economía circular o del reciclaje. Al menos, desde hace 5000 años que se formaron las grandes civilizaciones del pasado.
Como paleobióloga y especialista en la historia de los residuos entendemos que hay momentos de la historia que deben marcar un punto de inflexión en el tipo de residuos que producimos, como el inicio de la producción masiva de plásticos o la irrupción de los dispositivos tecnológicos personales. ¿Qué hitos históricos reflejan en tu opinión los principales cambios en la basura generada por el ser humano?
La naturaleza deja basura, si entendemos por ello lo que ya ningún ser vivo puede aprovechar, son los yacimientos paleontológicos donde hallamos cubiles de hienas de hace 1,4 millones de años en Orce (Granada), o los cementerios de mamuts y elefantes de miles de años atrás. Eso es basura que ha permanecido durante millones de años, pero parece que es la basura sintética la que nos está planteando problemas por ingestión de microplásticos y ocupación de espacios que acaban siendo estercoleros no reciclables ni por la naturaleza ni por los humanos. Podemos diferenciar los paleobasureros que contienen pocos elementos de animales consumidos en el pasado, podemos ver que algunas culturas del no consumo de cerdos tienen basureros con huesos de esta especie, en otros paleobasureros observamos el consumo de gallinas que aportaron los fenicios y esto no lo encontramos en las culturas anteriores, o el corte de carnicería de ciertos huesos que no pudo darse hasta la llegada de los metales.
¿Qué reflejan los yacimientos que has estudiado sobre los residuos que generaban nuestros antepasados? ¿Podríamos aprender algo de ellos?
Reflejan una parte de la naturaleza vivida cuando tenemos yacimientos en cuevas, donde no solo hallamos los restos del consumo u ofrendas de los humanos, sino los restos de los cadáveres que llegaron a morir en esa cueva como los osos, linces, hienas. Reflejan los cambios de costumbres en las especies que pudieron cazar o criar y las partes anatómicas que comían unos y otros; cuando inventamos la religión como control de la economía, en los templos fenicios se repartían los animales sacrificados quedando lo mejor para los sacerdotes a pesar de ser tu vaca. El aprendizaje es sobre qué comieron nuestros antepasados, cómo se han extinguido ciertas especies, cómo hemos creado miles de razas de 14 especies domesticadas perjudicando a la vida silvestre. En algunos casos hemos encontrado culturas que cuidaban el espacio de vivienda, pero otras culturas han vivido entre montones de basura como ocurrió en la Edad Media, hasta el punto de que la ciudad de Sevilla, por ejemplo, está recrecida en algunas zonas hasta 9 m. Los basureros han servido para crear huertas con la materia orgánica enterrada o arrojada en superficie detrás de las puertas de entrada de los recintos amurallados. Y finalmente, esos espacios libres que se abasuraron, que llegaron a ser huertas, son hoy en día parte de la ciudad urbanizada.
Nos comentó que para usted las basuras no son un sistema caótico ¿podría explicarnos más esta idea?
En un momento dado, ante mi afición por crear modelos, analicé los depósitos de huesos en la Reserva Biológica de Doñana con los cadáveres que cada año se dan en este espacio y descubrí que esta basura natural seguía unas pautas determinadas. Si bien deberíamos hallar más huesos de las especies más abundantes, es decir, más conejos que vacas, el resultado es contrario y es entendible. Los animales muertos más pequeños son carroñeados por los carnívoros y por los jabalíes, a estos últimos no los esperaba, pero fue un gran descubrimiento observar que cuando hace 10.000 años desaparecieron las hienas, las limpiadoras de la superficie del campo carroñeando cadáveres, los jabalíes fueron los siguientes limpiadores. Ese modelo respondía a que los animales más pesados son los más abundantes en los paleobasureros, y esto ocurría igualmente en los depósitos de cadáveres de hace 1,5 millones años formados por las hienas. Cuando analizamos los paleobasureros de los humanos se da otro modelo, los animales entre 18 y 100 kg son los más abundantes en los depósitos, debido a que no llegamos a reciclar todo el esqueleto del animal sacrificado, tenemos un carácter más carnívoro que carroñero aprovechando menos los huesos. En ambos casos, los basureros “naturales” y los “antrópicos”, se da un modelo, pero en sentido contrario y ese es el factor humanidad que nos llega en forma de cifra. Lo titulo en un artículo: “La basura nos hizo humanos. La humanidad en cifras”.
Hay quien afirma que la economía circular era lo que se practicaba antes de la revolución industrial y ahora se recupera desde la necesidad… ¿Cómo lo entiende usted?
Antes había más necesidad de reciclar que ahora, ahora somos derrochadores. Desde los primeros cazadores del pleistoceno, hace miles de años los cazadores aprovechaban huesos, tendones, pieles, cuernas, pezuñas para hacer utensilios y adornos, no tenían otras materias primas más resistentes. Hoy en día tenemos que reciclar y convertir la basura en algo que no nos estorbe, que no contamine el medio ni el paisaje, que no se coma el espacio que necesitamos para poblar. La necesidad está en ambos tiempos, pero con distintas finalidades, los del pasado progresaron con la economía circular y ahora tenemos que ganar espacio y salud. A menos que esta civilización no aprenda a controlar los residuos muy probablemente moriremos ahogados en esa basura. Así que espero que el próximo invento de la humanidad, que posiblemente ya exista y esté el que lo ha inventado pidiendo míseros proyectos a las administraciones y a los poderosos, sea cómo reciclar la basura hasta dejarla del tamaño de un móvil, pero esto último parece que interesa más que evitar morir como muchos animales están ya muriendo entre plásticos, redes y contaminaciones por metales y productos químicos.
A través de la generación de residuos, se expande también el desarrollo de distintos tipos de contaminaciones… ¿Qué podemos aprender del pasado para controlar este problema del presente?
Nuestros últimos estudios nos mostraban que hace 4.500 años los humanos y los animales de los alrededores de un poblado de la Edad del Cobre estaban más contaminados que en el presente por cobre, pero claro, la superficie y la cantidad de contaminados daba lugar a que fuese un mal menor, ahora es que no se escapa nadie de la contaminación.
¿Qué es lo que más le preocupa de los residuos del presente?
Lo que a todos, ahogarnos y ahogar a la naturaleza hasta quedarnos fuera del sistema, porque quiénes vamos a desaparecer somos los humanos junto con algunas especies, pero a la vida no la vamos a ahogar, nos sobrevivirá. Así que me preocupa la falta de conciencia para mantener la casa limpia para nosotros y para los que vienen, y ese nosotros incluye toda forma de vida.
¿Una persona que haga su trabajo dentro de 100 años, a qué conclusiones llegará?
A las mismas a las que hemos llegado después de analizar los paleobasureros, que no por tener más conciencia de quiénes somos lo hacemos mejor que cualquier otra especie animal. Para que seamos realmente una especie más conseguida deberíamos usar esa conciencia tan elevada de la que presumimos en conservar y regenerar lo perdido en este planeta, eso sí, desde la conciencia colectiva y desde la conciencia de cada uno.
Usted aprende del pasado para mejorar el presente. ¿Qué cosas podríamos volver a hacer que sirvieron en el pasado y que hoy podríamos recuperar y qué otras dejar de hacer para mejorar nuestro presente?
Desde el conocimiento adquirido observo que el pasado nos muestra unas costumbres basureras que cambiaban en función de las culturas que se dieron en nuestro territorio. En todos los casos la diferencia fue la densidad de población, a mayor población concentrada mayor problema de qué hacer con los residuos y eso ocurrió a partir de la Edad del Cobre entre 5.000 y 4.000 años. Los grandes núcleos siguieron creciendo y el problema de ubicar los estercoleros también, se ve a lo largo de las ordenanzas de la Edad Media de prohibición de arrojar la basura estableciéndose determinados terrenos como ya hemos visto en tiempos romanos. Esto de ordenar qué hacer con la basura ya lo hacemos, pero como dije antes el problema de ahora es la naturaleza sintética de los productos residuales.
Otra enseñanza ha sido que, hasta ahora, desde hace 10.000 años la agricultura nos hizo más herbívoros basando nuestra alimentación en los vegetales, sobre todo en los cereales, y eso conlleva menos paleobasureros y con menos huesos. Una tendencia que se ha roto a partir de la segunda mitad del siglo XX en la que comenzamos a comer más carne llevándonos, probablemente, a unas generaciones más altas y lustrosas, pero más enfermas en cuanto a enfermedades digestivas. Nuestra actual fisiología está más preparada para comer vegetales que animales, por algo tenemos unas enzimas, las amilasas, que degradan los azúcares tanto en la boca como en los intestinos tal como los tienen las vacas, cabras y otras especies. Sin embargo, los carnívoros no mastican, tragan la carne y carecen de esas enzimas de la boca.
Hoy en día tenemos más problemas con los residuos por lo ya mencionado, por los productos que generamos, por la cantidad de humanos que puebla nuestro planeta y por no acometer soluciones científicas por parte de los que recaudan nuestros impuestos y nos gobiernan. El pasado no nos enseña más de lo que ya sabemos y ese es el problema, ¿por qué no hemos aprendido más para que realmente nos llamemos “civilización”?
¿Que querría aportar como reflexión para mejorar los principales desafíos medioambientales actuales?
Escuchen a los científicos, a los pensadores, inviertan en las nuevas mentes y en los nuevos inventores, escuchen más y actúen, y los que deben escuchar son los políticos y aquéllos que disponen de medios. El resto de la sociedad solo debe aprender a cuidar su casa, es decir, la Tierra.
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