La mayoría de países del mundo acaban de acordar poner algo de orden en el caótico comercio de los residuos plásticos. La práctica ausencia de reglas ha hecho de este intercambio trasnacional una de las actividades más contaminantes: millones de toneladas –11,23 millones en 2017, según el servicio estadístico de la ONU– recorren cada año el planeta embarcadas en contenedores de mercancías sin estar sujetos a reglas. Pero los 187 países que forman parte del Convenio de Basilea han decidido modificar ese tratado para regular este tráfico y evitar así que las naciones en desarrollo sigan recibiendo desechos plásticos sin control.
Se trata sin duda de una buena noticia para la salud de los mares y océanos, pero debería serlo también en la medida en que este acuerdo puede servir de acicate para impulsar las industrias locales de reciclaje y actividades ligadas al mismo como el ecodiseño, toda vez que los Estados deberán hacerse cargo de una gran cantidad de residuos que hasta ahora exportaban a terceros países.
El artículo completo, publicado en El País, está disponible en el siguiente enlace: Cerco al tráfico internacional de residuos plásticos que contaminan los océanos