En esta ocasión, traemos un artículo de Remi Trudel, Profesor de Marketing en la Questrom School of Business, de la Boston University, en el que comenta los resultados de una curiosa investigación sobre ciertas pautas de comportamiento hacia el reciclaje.
Desgrana varios factores que pueden contribuir a un determinado sesgo en la decisión a la que diariamente se enfrentan millones de personas.
- Se tiende a valorar más a objetos no distorsionados o deformados. De esta manera, los materiales más estropeados, sucios o carentes de su forma original, serían más propensos a acabar en un contenedor no selectivo.
- Hay una mayor vinculación hacia objetos afines o con identidad determinada. Determinadas marcas, eslóganes, imágenes o estrategias publicitarias frenarían el depósito incorrecto de estos materiales (incluso fomentando su reutilización). Ejemplo de ello serían los envases personalizados de Coca-Cola o las de personajes de dibujos animados de Fontbella, sin ir más lejos.
- Nos permitimos la licencia de utilizar más materiales para un fin si estamos convencidos de su reciclaje. Esto no implica una decisión en sí misma, pero sí afecta al volumen de residuos a considerar.
Sobre lo anterior se podría opinar largo y tendido, pero desde aquí queremos lanzar los siguientes apuntes relacionados:
- El primer factor podría derivar de una falta de información por parte de los usuarios, siendo necesario que las administraciones reforzaran y dirigieran sus campañas de comunicación.
- El segundo factor, que se fundamenta en el marketing comercial y no en el ecodiseño, podría estar perjudicando indirectamente a otros envases, como los de las marcas blancas de gran consumo.
- El tercero tocaría de lleno el paradigma de comprar-usar-tirar, penalizando gravemente a la prevención de la generación de residuos.
Como hemos aprendido de los economistas del comportamiento en los últimos años, muchas de nuestras decisiones son predeciblemente irracionales. Lo mismo sucede con esta decisión, pero conociendo un poco más su fundamento permitiría trabajar en estrategias para alterar esos comportamientos individuales, estimulando al consumidor y reforzando la eficacia de las políticas ambientales.
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