Se estima que el plan del Reino Unido para abandonar la Unión Europea dejará un agujero de 13.000 millones de euros en el presupuesto anual de la UE, y la Comisión Europea está buscando nuevas fuentes de ingresos que permitan llenar, al menos en parte, semejante vacío. Y hasta ahora, según un memorándum de la Presidencia rotatoria finlandesa, solo una propuesta cuenta con un amplio apoyo: la aplicación de un impuesto sobre los residuos plásticos no reciclados.
Si bien la medida se ha presentado exclusivamente con relación a sus efectos económicos, cabe preguntarse si no sería también un incentivo para que los Estados miembros impulsen iniciativas para mejorar sus tasas de reciclaje, ya que a más toneladas de plástico recicladas, menor será la carga impositiva que tendrían que soportar.
Sin embargo, se plantean otros interrogantes ante la posibilidad de que esta tasa sobre los plásticos tome forma. Por un lado, los países del Este consideran que puede tratarse de un impuesto regresivo que afectaría más a los países más pobres de la UE, donde las cifras de reciclaje son notablemente menores. Por otro, ¿quién terminaría pagando finalmente dicho impuesto?, ¿los Estados?, ¿las empresas envasadoras y distribuidoras?, ¿los consumidores vía precios? De momento habrá que esperar a ver cómo se concreta la propuesta.
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